
Te declaro culpable de los charcos
y de la primavera nueva en ciernes.
Te acuso de ser lunes, de ser viernes
de ser tú mi sirena y hundir barcos.
Tú pones partitura a los violines
eres del terremoto el estandarte
y tú la responsable al levantarte
de que mis pesadillas rauda orines.
Maldita, pronto espera la venganza:
algún día enfriaré mi amor al fresco
como si me tragara mi amuleto
y no lo viviré más sin templanza
como si fuese yo un gato Montesco
y tú una hija de puta Capuleto.